Una jornada de sonrisas y lágrimas
Una jornada más, el Barcelona lució su mejor sonrisa y demostró que sigue manteniendo gran parte del nivel que le llevó al "sexteto" la temporada pasada. Sin embargo, entre tanto tiqui-taca y fútbol de salón comienza a flojear un tornillo sueco llamado Zlatan. El "9" culé comienza a dar síntomas de cansancio e incluso, desesperación. Es un gran futbolista, pero no es Samuel. El camerunés a parte de ser un depredador llevaba a cabo una labor de desgaste que fue decisiva el curso pasado y para la que, por más que lo intente, no está preparado Ibrahimovic. Con el paso del tiempo la falta de quilometraje del sueco puede pasar factura a este Barça.
El R. Madrid por su parte derramó algo más que lágrimas en Bilbao tras perder y quedarse a cinco puntos de su eterno rival. Es evidente que la maquinaria no funciona aún al 100%, pero si el miércoles Palop fue el héroe en Sevilla, el sábado lo fue Gorka en San Mamés. Los leones fueron llevados en bolandas por una Catedral que no dejó ni un sólo instante en alentar a unos futbolistas que se dejaron la piel para anular a jugadores como Benzema (sólo se le vio en el primer tiempo), Kaka (su adaptación está costando más de lo esperado) o Ronaldo (frustrado por su escasa puntería).
El resto de la jornada transcurrió con relativa normalidad. El Mallorca se aupó a puestos Champions tras sumar su noveno triunfo consecutivo en casa ante un Deportivo que acusó la baja de Guardado. Más aún acusó el Villarreal la tempranera expulsión de Kiko en Mestalla. Los ches solventaron por la vía rápida el partido y siguen demostrando que este año sí, por fin, parecen convencidos de “amarrar” un puesto entre los cuatro primeros. Lugar por el que debería estar luchando el Atlético de Madrid. Los de Quique comienzan a coger el punto a la competición y parece que comienzan a despegar, pero que nadie se engañe. Si hay algún club demoledor de quinielas ese es el Atlético y lo que hoy parece medio blanco, la semana que viene puede volver a parecer un túnel sin salida.
En la zona baja de la tabla ha quedado demostrado que los tres últimos clasificados lo son por méritos propios. El Tenerife fue incapaz de ganar en Almería contra diez y a pesar de adelantarse en el primer minuto de juego. Algo parecido le sucedió al Zaragoza, que ante su afición y con Suazo en el campo, fue incapaz de ganar a un Xerez con un hombre menos y que sigue demostrando que si acaba descendiendo a Segunda División, será por muchos motivos, pero no por falta de actitud. Los de Poyatos arrancaron un merecido punto en la Romareda y pusieron en evidencia las carencias de los maños, que han logrado cerrar el grifo de goles en contra, pero se han olvidado de abrir el de ataque.
Todavía no hay nada decidido, pero ojo, porque se han disputado ya dieciocho jornadas de liga y la clasificación no engaña: tanto por arriba como por abajo las cosas comienzan a esclarecerse y
aunque los puntos no son aún definitivos, son irrecuperables.